Una faceta de mi profesión de ebanista con la que disfruto especialmente es la restauración de madera. La atracción por este tipo de trabajos tiene mucho que ver con la capacidad de sentir el trabajo del artesano que hace siglos o décadas talló o ensambló una pieza única, y dejó impresa parte de su alma. Restaurar lo que el paso del tiempo alteró y recuperar, con absoluto respeto al creador, la belleza de un artesonado, de una puerta, de un mueble… lo considero un auténtico privilegio.